I
"Cuando el mundo se duerme; vengo a tu puerta. Están calladas las estrellas, y me da miedo cantar. Y vigilo y aguardo, hasta que tu sombra pasa por el balcón de la noche; y entonces me vuelvo, con el corazón lleno. Luego por la mañana, me pongo a cantar junto al camino. Me escucha el aire, las flores del vallado me contestan, y los caminantes se paran de pronto y me miran la cara, creyendo que los he llamado por sus nombres."
II
¡Tenme siempre a tu puerta, esperando tu deseo; déjame ir por tu reino, atento a tu llamada; no permitas que me hunda y me pierda en la sima de la languidez; que mi vida malbarata-dora se gaste y se haga harapos!
¡No dejes que me coja la duda, ese polvo de la distracción; no dejes que me disperse por los caminos con afán de muchas cosas; que baje mi corazón a muchos yugos! ¡Haz que mi cabeza se yerga, con el valor y el orgullo de servirte!
R.T.
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